viernes, 17 de diciembre de 2010

Con amigos y dos Glühweine...

... la vida se ve de otra manera.

Ayer estuve de cursillo en Esslingen y me lo pasé de lujo, no sólo por la formación (que estuvo muy bien) sino también por la compañía (que estuvo mejor todavía que el cursillo). Pero todavía seguía con dolor de España (¡gran Unamuno!).

Esta mañana cuando me levanté ví que todo estaba blanquito y me acordé de los pueblos blancos de Andalucía y me dije "Oye, pues también existen los pueblos blancos de Baden-Württemberg". Ahora, cuando llegué a Öhringen y tuve que ir haciendo malabarismos para no pegarme la leche del siglo (sobre todo cuando llegué a las escaleras que bajan de la calle al instituto y no estaban ni limpiadas ni con sal) me dije "Ahora Alemania también me duele y echo de menos Córdoba, menos mal que vuelvo dentro de una semana".

Estando allí me llamó Aitor, que tiene visita y querían ver Schwäbisch Hall, así que esta tarde hemos quedado en mi pueblo ciudad-pequeña-con-encanto para enseñárselo y, por supuesto, hemos ido al Weihnachtsmarkt (para despedirme, ya sabéis) y luego de bares a un bar (como veis son las ocho y ya estoy de vuelta... soy todo un alemán).

El caso es que ahora mismo no me duele España, ni Alemania, ni la barriga (porque llevo dos semanas con ardores, pero eso ahora me la pela) ni nada. Cuando pienso en el cole no pienso en que los alumnos hoy han hecho la rata con la excusa de que con la nieve no podían llegar, sino que pienso en que me una profe me ha regalado una botella de Glühwein por vigilarle cuarenta minutos de un examen (de tres horas) el otro día. Y las ganas de volver a Córdoba ya son ganas, no ansiedad.

Así que mi consejo: salid, iros de cañas/vinos/Glühweine/fantas/aguas minerales o lo que más os guste, disfrutad de la vida, y si tenéis mucho trabajo... que le den por saco; el fin de semana está para desconectar.

PD: Ya era hora de un entrada que no fuera ni negativa ni muy filosófica ¿no? Vamos una entrada hamburguesa entre tanto churrasco.

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