sábado, 26 de mayo de 2012

Resumen murápido

La semana navegando en Holanda con mis alumnos de la clase 11 no podía haber ido mejor. Mis alumnos incluso me han hecho una canción (aunque es verdad que llamar "canción" a cuatro palabras en español con música y que una sea mi nombre puede ser un poco pretencioso) y me lo he pasado pipa. He ido con tras compañeros con lo que sabía que me lo iba a pasar bien, pero no me imaginaba que me lo iba a pasar taaan bien.

Hemos llegado a Öhringen a las nueve de la noche, yo a mi casa a las diez y cuarto y entre que he puesto la lavadora, he cenado, he respondido correos, he tendido y he escrito estas líneas (porque llamar "entrada" a cuatro frases sí que suena pretencioso) me han dado las dos y media. Así que aquí os dejo, que mañana me toca otro viajecito, que ya estoy oficialmente de vacaciones.

viernes, 18 de mayo de 2012

Ibiza

La última vez que me tiré tanto tiempo con una entrada pendiente, fue cuando en marzo de 2007 fui a Frankfurt y tardé bastante tiempo en escribir la entrada correspondiente... tanto tiempo que al final no la escribí. Pero aunque no escribí de ese viaje, conocí a gente muy interesante; así que he estado tentado de no escribir la entrada de Ibiza, por si acaso la gente que he conocido en Ibiza resulta ser a la larga tan interesante como la que conocí en Frankfurt. Pero como no soy supersticioso y no quiero que se me olvide pues sí que la voy a escribir (además, ya sé que son muy interesantes).

Todo empezó el viernes a las 13:00, cuando acabé la clase cinco minutos antes y mis alumnas lo fliparon en colores porque no seguí dando clase después de que sonara la sirena. Bajé al despacho, abrí el armario, dejé la mochila del cole y cogí la de Ibiza (que había dejado allí el jueves por la tarde) y me fui corriendo a la estación a coger un tren que me llevaría a Heilbronn, allí cogí uno a Heidelberg, donde cogí un bus al aeropuerto de Hahn, y unas horas después estaba llegando a Ibiza, donde me esperaban Paula, Aitor y Tanchi.  Tengo que decir que una de las cosas que más me emocionan es que alguien venga a recogerme al aeropuerto, pero si además es alguien como mis otros dos jinetes del apocalipsis, ya es algo que me llena del todo.

Después de recogerme, fuimos a la ciudad de Ibiza para cenar unas pizzanesas y a tomarnos algo en Vara del Rey. Me sentía supermal por estar tan cansado a las doce de la noche, me sentía tan alemán que me daba vergüenza de mí mismo... eso me pasa por no llevar reloj, resulta que no eran las doce, sino las dos de la madrugada, así que después de una Guiness (o quizá fue un Gin Tonic, no me acuerdo, hace tanto tiempo) pusimos rumbo a casa de Paula.


Al día siguiente Paula, Aitor y yo nos fuimos en coche a explorar diversas partes de la isla: entre otros Santa Gertrudis, San Miguel y el Puerto de San Miguel. Donde Aitor y yo no pudimos dejar pasar la oportunidad de darnos un bañito en la mejor isla del Mediterráneo.


Después de comer en santa Eulalia nos fuimos al mercadillo de las Dalias, es decir el mercadillo hippy por excelencia, donde  los hippies empezaron a vender cositas en los años sesenta-setenta. Pero estando allí empezó como a nublarse y medio a chispear, así que como no compramos nada decidimos subir a un bar de san Carlos, donde nos estaba esperando Tanchi. Fue llegar al bar y ese ligero chispeo se convirtió en un tormentón en toda regla con granizo y todo. Menos mal que ya estábamos resguardaditos en el bar jugando al parchís y tomando unas hierbas y unos postres típicos de la isla. Pero el tiempo apremiaba y el vuelo de Aitor se iba acercando sin prisa pero sin pausa, y lo que tampoco pausó fue la tormenta, así que nos tocó correr hacia el coche, volver a casa de Paula, recoger el equipaje de Aitor y dirigirnos al aeropuerto. Allí nos despedimos de Aitor... hasta la próxima, que no sabemos si será en Barcelona, en Argentina, en Brasil o donde toque.

Después de dejar a Aitor, volvimos a Santa Gertrudis, donde habíamos quedado para cenar con algunos amigos de Paula. Allí nos tomamos unos bocadillos abiertos por la mitad con sabores diferentes y después nos fuimos al pub a tomarnos unos GT y a preparar la torrada del día siguiente. Aunque decir que nos fuimos de torrada es como decir que nos fuimos de perol, se llama así aunque no hubiera barbacoa.


El domingo nos fuimos a desayunar a la playa de Talamanca con los amigos de la noche anterior, a decidir lo que íbamos a comer y a estar un rato bajo el sol del Mediterráneo y a pasear por la playa ¡¡AY, QUE VIDA MÁS DURA!! (lo siento, tenía que decirlo). Después de eso, nos fuimos a la casa de una de las amigas de Paula a la torrada y estuvimos allí comiendo y charlando en plan tranquilo.

Después de pasar por casa de Paula, ella y Tanchi me llevaron por diferentes calas en la parte oeste de la isla (desde Es Cubells hasta San Antonio) para ver la puesta de sol. Al final, por desgracia, el sol se puso en una nube, así que tendré que volver otra vez para no perdérmelo. Cuando ya se puso el sol, nos fuimos a cenar a un sitio totalmente ibicenco, de esos que no entran los turistas y que te ponen de comer hasta decir basta.

Y ya llegó el lunes, el último día en la isla. Por la mañana Tanchi trabajaba, así que Paula y yo nos fuimos a ver la ciudad de Ibiza, sobre todo Dalt Vila, que ya era lo único que me quedaba por ver de Ibiza. No me extraña que sea Patrimonio de la Humanidad, porque es precioso, las calles empedradas, las casa blancas, las vistas de las calas desde la fortificación... Eso sí, mejor ir con calma, porque es empezar a subir y no parar ni un segundo. Allí en Dalt Vila nos tomamos una cervecita mientras hacíamos tiempo para que llegara la hora de comer, la verdad es que no se me ocurre otro sitio mejor para hacer tiempo.


Después de Dalt Vila, quedamos con Tanchi para tomarnos una paella en la playa al más puro estilo "estamos de vacaciones y no pensamos dejar de disfrutar ni un sólo instante"... pero no estábamos de vacaciones, sino de puente, y Tanchi ni siquiera eso, así que tuvo que volver al trabajo. Mientras tanto, Paula y yo nos fuimos a las salinas y a la playa a la que van los famosos, pero allí no había famosos, lo que sí que había era un ventarrón de muy padre y señor mío, así que mi gozo en un pozo, tendría que esperar otros diez días para bañarme en el mar (en el Cantábrico en concreto, pero eso pertenece a otra entrada). Volvimos a la casa, hice el equipaje, esperamos a que viniera Tanchi, fuimos a tomarnos la última y pusimos rumbo al aeropuerto.

Tres días increíbles en los que se nos quedaron cosas por hacer; pero lo hicimos a propósito, así ya tengo una excusa para volver (aunque sé que no la necesito).

Agurain-Öhringen connection 2012 (1° parte)

Nota: Esta entrada empecé a escribirla el 26 de abril, antes de ir a Ibiza y la estoy terminando de escribir hoy, 18 de mayo (que por fin tengo tiempo de sentarme a escribir), por eso hay saltos temporales tan absurdos.

En la entrada de ayer se me quedó un tema pendiente, y es que ayer a las 6:30 de la mañana se nos fue la gente del intercambio que tenemos con el instituto Aniturri de Agurain (Álava). Pero claro para que me diera pena que se fueran es que me lo he tenido que pasar genial esta semana. Podéis ver las fotos que echaron aquí (y advierto, en alguna salgo disfrazado de profesor). Pero ¿cómo fue la cosa?

El jueves pasado, nada más acabar las clases vino al cole el autobús que les iba a recoger en el aeropuerto, me monté y allí que me fui con Herr Busfahrer rumbo al aeropuerto a recoger a la expedición Agurain 2012. Después de llegar a Öhringen, repartir a los chicos entre las familias de acogida y dejar a las profes en el hotel. Quedamos para ir a cenar luego más tarde Idoia y Maite (las dos profes que vinieron), Mar, V y yo. Entre la animadísima vida nocturna del poblado y que estábamos cansados después de la cena ya cada mochuelo se fue a su olivo, que al día siguiente tocaba madrugar.

El viernes tocó día movidito. Primero tour por la escuela, que por poco tengo que estudiar antes, después clase de español con alumnos de los dos países todos juntos y revueltos. Comida en el cole y vista a una granja donde venden lo que hacen (desarrollo ecosostenible y tal). Y ya por la tarde lo que todos esperábamos: tiempo libre (en serio, a veces somos peores que niños que están de campamento). Por la noche nos fuimos al Barfüßer de Heilbronn a por la cerveza que hacen casera y a cenar. Ya después de cenar, dimos una vuelta por Heilbronn, que mejor ir con autóctonos para saber por donde anda la vida nocturna, porque nos costó encontrarla (y encima ya estábamos de vuelta para el coche).

El sábado no tocó madrugar, pero sí que Idoia, Maite y yo nos tomamos una salchichofen con su Pils que no se la salta un romano. Ese día era la Straßenfest, algo así como el festival de la calle, pero entre que a la gente de aquí como no haya Weindorf les cuesta salir de su casa y que estuvo lloviendo, al final se quedó un poco en agua de borrajas. Por la noche fuimos a cenar a un restaurante los tres con V, su mujer y sus tres chiquillos. Por supuesto el plato estrella eran espárragos, que para algo era temporada de espárragos. Después de los espárragos nos fuimos a casa de V a tomarnos un cafelito y charlar un ratejo, sería sobremesa si fueran las tres de la tarde, pero era de noche y al final nos quedamos hasta casi las doce de la noche (para que luego digan que los alemanes se van prontito a la cama). Sobre las doce nos fuimos al Café de París, el mejor pub de todo Öhringen (porque es el único, no por otra cosa) a darlo todo. Y como bajamos la media de edad y ya había planes para el día siguiente, decidimos que una retirada a tiempo es una victoria.

El domingo desayunamos los tres con Mar y después de desayunar, ellas se fueron a Stuttgart y yo me fui a corregir, que uno nunca deja de ser profesor, ni siquiera cuando se lo pasa bien.

El lunes también estuvieron en las clases de español y después tocó visita guiada por el pueblo y comer en el cole. Luego, a bailar danzas típicas vascas, pero como yo tenía la última clase antes del examen con los de la 13, pues me perdí las danzas. Pero lo importante, después de las danzas y de trabajar un poco en su proyecto (que el intercambio no es sólo viajar y pasárselo bien) los chavales se fueron con las familias y los profesores nos fuimos por nuestra cuenta. Después de cenar en el Krone (que otra cosa no, pero en Öhringen comer, se come bien) nos fuimos en busca de algún bar abierto, y como estaba lloviendo y era lunes nos quedaba sólo la opción del bar de los borrachos del pueblo (que esa noche me enteré que es el bar de los borrachos) el Dreschflegel (atención a las fotos). Por supuesto, allí estaban todos los alumnos del intercambio (por ambas partes), a pesar de que al día siguiente había que estar en el cole a las ocho de la mañana.

El martes tocó clase por la mañana y visita a Schwäbisch Hall hasta las 15:00... pero para mí fue un martes normal y corriente, porque me tocó quedarme en clase. Después de Schwäbisch Hall fueron a una conferencia bastante interesante sobre economía y desarrollo sostenible en alemán con traducción simultánea al inglés, pero como yo estaba en clase pues me perdí el principio y sólo pillé los últimos 20 minutos (a lo mejor por eso me apreció tan interesante, porque lo bueno, si breve...). El caso es que esa noche fue la cena de despedida con padres y director incluido. Y después de estar toda la noche hablando en alemán, inglés y español y traduciendo a unos y a otros, acabé con la cabeza como un bombo, pero ya le dije al jefe que el año que viene me voy a Osnabrück y se alegró un montón (no de que me vaya, sino de que tenga trabajo para el año que viene, que él ya sabía que me iba).

Y al día siguiente, miércoles, a las seis y media de la mañana ya estábamos todos en el aparcamiento del cole para despedirnos hasta tres semanas después, con unas ojeras hasta los tobillos, porque la noche de antes acabamos bien tarde y con el vinillo del restaurante, que lo hacen ellos mismos. Y ahí acabó la primera parte, la segunda vendrá en otra entrada.